El arte del retrato humano

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Cuando se descubrió la fotografía, o más bien se inventó, a mediados del siglo XIX, muchos pensaron que ese nuevo arte era casi una obra del Maligno, porque parecía imposible poder captar imágenes de esa manera y mantenerlas para siempre en esas planchas especiales. Se trataba, por supuesto, de un efecto óptico mejorado, pero en aquellos tiempos la superstición todavía seguía muy extendido en todo el mundo, así que muchos ni siquiera querían ponerse delante de una cámara, ya que pensaban que aquel objeto les robaría el alma cuando tomase la fotografía y la convirtiese en una imagen. Los tiempos han cambiado, por supuesto, y hoy en día todos llevamos cámaras en nuestros bolsillos y no solo no les tememos a las fotos, sino que prácticamente venderíamos nuestra alma por conseguir que esas que subimos a las redes sociales tengan más likes.

Es tremendamente curioso cómo las cosas han cambiado en todo este tiempo, en poco menos de dos siglos, con un arte que ahora está más desarrollado que nunca y que parece haber llegado ya un punto casi inmejorable. La fotografía sea aprovechado siempre de los avances tecnológicos, pero hemos llegado a un momento en el que ya no se puede avanzar más, y los fotógrafos tienen a su disposición todo lo que necesitan para conseguir la fotografía perfecta, en vivo y en directo o utilizando luego los retoques de programas como Photoshop. En una era donde todo es digital, muchos fotógrafos intentan apartarse de eso y mantener la esencia pura de la fotografía, con máquinas digitales, pero con su propio talento puesto en manos de cada imagen. Hoy en día, el tipo de foto más repetida es el retrato humano. Sin embargo, en la era de los selfies, este tipo de fotografía ha perdido su verdadero encanto. Porque el retrato humano es un verdadero arte en el que debemos tener muchas cosas en cuenta, como veremos en este artículo.

Selección del fondo

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Puede ser lo menos llamativo, porque al final nos vamos a concentrar en la persona a la que estamos fotografiando. Sin embargo, el fondo también será importante para resaltar precisamente su figura a través de la forma y el color. Elegir un fondo bonito, incluso un paisaje, puede ser una buena opción para darle al retrato una belleza más bucólica o idílica. Podemos utilizar el efecto macro para difuminar el fondo, o dejarlo al natural. Por supuesto, lo importante del fondo no es solo lo que aparezca, sino también la propia luz que tenga, ya que eso será indispensable para realizar una fotografía en condiciones que nos permita llevar el retrato un paso más allá de una simple foto cualquiera que esa misma persona podía haberse echado sin nuestra ayuda.

Planos y encuadres

No se trata solo de sacar el rostro de una persona con un fondo adecuado, sino de cómo saber encuadrarla y buscar el plano perfecto para que todo encaje a la perfección. Cada tipo de encuadre nos puede ofrecer algo diferente para la fotografía, haciendo que un retrato sea totalmente distinto si lo hacemos en horizontal o en vertical, por ejemplo. Las fotos horizontales dan más tranquilidad, porque suele haber mucho más “aire”, es decir, zonas no ocupadas. En las fotos verticales para obtener buenos enfoques, hay que encuadrar muy cerca de la persona y eso hará que sea la absoluta protagonista. Dependiendo del tipo de retrato que busquemos podemos jugar más con un tipo de encuadre u otro, también con la perspectiva.

No siempre hay que sacar todo el rostro de la persona, porque a veces es más divertido encontrar solo una parte de esa cara, para mostrar su simetría, o para concentrarnos en algo realmente especial de su rostro. El encuadre no siempre tiene que ser perfecto, y la perspectiva forzada a veces funciona muy bien cuando queremos un retrato algo más diferente, alternativo. Lo más importante que debemos tener en cuenta es el enfoque, que como veremos al final, se suele centrar especialmente en la mirada, en los ojos, ya que es la parte más expresiva de nuestro rostro.

Una iluminación adecuada

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Este consejo sirve no solo para los retratos, sino para cualquier tipo de fotografía que queramos llevar a cabo. A poco que ya te hayas interesado por el mundo de la fotografía sabrás de sobra que la iluminación adecuada es sencillamente imprescindible para conseguir que la foto sea perfecta. De hecho, en muchas ocasiones la iluminación es la principal diferencia entre una fotografía totalmente amateur y una profesional. El fotógrafo siempre ha de saber jugar con la luz, ya sea natural o artificial si estamos en estudio. La luz sirve no solo para iluminar, sino para resaltar los mejores detalles de un rostro. Jugar con ella es como dibujar sobre la fotografía, y un buen fotógrafo debe dominar ese arte por completo.

Si salimos a la naturaleza para buscar un buen fondo, por ejemplo, debemos tener muy en cuenta el tipo de luz que hará. Cuando la luz es menos dura pero aun así uniforme, a primera y última hora del día, es cuando mejor se suelen sacar estos retratos. Además, siempre hay algo más romántico y especial en un amanecer y en un atardecer, aunque solo sea por esa maravillosa luz que se desprende en el cielo en esos momentos. Debemos llevar, por si acaso, nuestro propio foco para iluminar aquello que no quede bien del todo. Y por supuesto, también reflectores donde hacer rebotar la luz natural, para que el efecto quede mucho mejor cuando nos lancemos a sacar el retrato, que debe quedar perfecto.

La mirada es la esencia del retrato humano

El rostro humano es un amasijo de partes y arrugas que son las que nos caracterizan. Hay cosas muy especiales, como el tamaño de la nariz o el de la boca, que nos hacen especiales. Pero por encima de todo, lo que más llama la atención de un rostro siempre son los ojos. Son la parte más expresiva de todo nuestro rostro y para muchos, de nuestro propio cuerpo. En un retrato, centrarse en la mirada es una regla no escrita pero esencial, para poder crear desde ella todo ese ambiente mágico y especial de la fotografía. No significa que esa persona deba mirar fijamente hacia la cámara, aunque en la mayoría de retratos se haga. Basta con concentrarse en la mirada y sacarle todo el jugo para que la imagen quede perfecta en la plasmación de cómo es esa persona retratada.